He vendido mis datos a Desigual por 13,5€

enrique san juan he vendido mis atoa a desigual por 13 euros

enrique san juan he vendido mis atoa a desigual por 13 euros

Seguro que alguna vez has leído que los servicios gratuitos de Internet en realidad no lo son tanto, ya que pagamos con nuestros datos por su uso y con dejar que las plataformas capturen toda clase de información (como nuestras preferencias, likes, horas de actividad, etc) según las vamos utilizando, sin tener consciencia de su valor real.

Es muy probable que, también, te hayas planteado alguna vez cuánto vale adquirir un dato de un cliente potencial o, mejor, de un cliente anónimo que ya te ha comprado pero que no sabes quién es. Esto ocurre de forma habitual, por ejemplo, si tienes una tienda física o te dedicas al retail (venta de producto a consumidores de grandes superficies), ya que la gran mayoría de ventas son del tipo “anónimo”, versus las de tipo identificado de canales como el online.

En el modelo de tienda física, el cliente llega a la caja con una prenda de ropa, paga y se va… Pero, ¿quién era? ¿Cómo se llamaba? ¿Cuál era su email o su número de móvil? Si hubiésemos obtenido sus datos no solo lo conoceríamos, sino que le podríamos avisar de una futura oferta, promoción o incluso felicitarlo por su cumpleaños. Además, dice la teoría empresarial que venderle a un cliente preexistente es mucho más barato que generar un nuevo cliente. Es decir, con el dato en la mano, todo son ventajas.

Por tanto, cada uno de nosotros –pensando en su propio negocio– ¿cuánto estaríamos dispuestos a pagar por los datos de un cliente que nos ha comprado? ¿1€, 2€, 3€, 5€, 7€, +10€?

Una historia de compraventa de datos

Pues bien, estas Navidades he vendido mis datos a la marca de ropa Desigual en la tienda de Paseo de Gracias de Barcelona por 13,5€.

Fue en el momento de pagar una compra de 2 prendas de ropa femenina para regalar, cuyo ticket subió a 135€ en total, la dependienta me preguntó si era cliente habitual de Desigual. Le dije que no, momento en el que me ofreció la oportunidad de darme de alta y así poder conseguir al momento un descuento del 10% aplicable a esa primera compra. Encantado de la vida por la posibilidad de acceder a ese ahorro de 13,5€ le dije que sí, tras lo cual me pasó una tablet en la que –con mis propios dedos– teclee, carácter a carácter, todos los datos que me pedía el formulario. Al finalizar, la dependienta lo validó y me aplicó el 10% de descuento prometido. Más tarde me di cuenta de que se trata de una campaña de fidelización que también se extiende a la web.

13,5 € por mis datos de cliente. Si la compra hubiese sido de 200€ (unas tres prendas de esta marca ya llegan a ese monto) el precio de mis datos hubiera sido mayor, de 20€. Si la compra hubiese sido de 300€, 30€. Si lo pensamos, entre más alta es la compra más valor tienen mis datos y Desigual está dispuesta a pagarlos, porque refleja que soy un cliente dispuesto a dejarme más dinero en productos de la marca catalana que se hizo famosa en todo el mundo por sus diseños coloristas confeccionados con estilo patchwork.

¿Un final abierto?

Esta es una breve historia que está llena de conceptos de marketing y el final no acaba con la venta del dato. Más allá del precio en cuestión, ¿qué conjunto de acciones y sistemas ha tenido que poner en marcha y en práctica Desigual para que al final yo me haya ido con las prendas y ellos se hayan quedado con mis datos?

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